Profesión
franciscogoiri
Dom, 14/08/2022 - 08:05
Roberto Barcala, socorrista y coordinador de Semes-Socorrismo

Roberto Barcala, socorrista y coordinador del Grupo de Trabajo Semes-Socorrismo, en un momento de descanso de su actividad. FOTOS: ARCHIVO PERSONAL DE ROBERTO BARCALA.
Graduado en Enfermería, licenciado en Educación Física y doctor en Ciencias del Deporte y Enfermería, Roberto Jesús Barcala Furelos asegura que, antes que todo eso, es y se siente socorrista. Sí, de esos mismos que estos días velan en la mayoría de las playas españolas por la seguridad de los bañistas.
Descubrió esa pasión a los 18 años, "para sacarse un dinerillo", le ha acompañado durante toda su vida profesional, y se ha materializado incluso en una tesis doctoral (la segunda de su carrera académica) sobre la atención y prevención del ahogamiento en la Universidad de Santiago de Compostela (USC).
Coordinador del Grupo de Socorrismo de la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (Semes), investigador principal del grupo Rendimiento y Motricidad para el Salvamento y el Socorrismo (Remoss), de la Universidad de Vigo, divulgador por naturaleza y un comunicador nato, está convencido de que la educación temprana -"desde la escuela primaria"- en prevención del ahogamiento reducirá la "insoportable" cifra de fallecidos anuales por esta causa. Como la educación vial ha ido reduciendo, poco a poco, el número de accidentes de tráfico.
No le entra en la cabeza que un país rodeado de agua, una península, no se tome en serio la formación en prevención del ahogamiento, y te lo cuenta con un marcado acento gallego que, al margen de su vocación profesional, explica por qué quiere tanto a la mar (así, en femenino, como se refieren a ella quienes la viven de cerca). La quiere y la respeta, y por eso sabe de sus zarpazos, a veces muy traicioneros.
Pregunta. El Día Mundial de la Prevención del Ahogamiento [que se celebra el 25 de julio), el Ministerio de Sanidad recuerda, año tras año, que estamos ante la tercera causa de muerte no intencional en el mundo. ¿Es suficiente con recordarlo? ¿Somos incapaces de tomar medidas para reducir las muertes por ahogamiento?
Respuesta. Me temo que hasta hace relativamente poco hemos sido muy reactivos. Es decir, actuábamos cuando se producía el ahogamiento, y lo hacíamos con medidas de rescate, con operativos bien desplegados y con un protocolo para intentar salvar vidas. Nos hemos dado cuenta de que con eso no basta y, de hecho, ese día al que usted hace referencia lleva ya en su nombre la palabra "prevención", porque solo eso, la adopción de medidas preventivas, puede ayudarnos a reducir las cifras de muertes.
P. ¿De qué hablamos cuando hablamos de prevención?
R. De muchas medidas y muy bien combinadas, pero, desde el punto de vista institucional, si quiere, incluye acciones socio-comunitarias tendentes a visibilizar el problema y a concienciar a la gente de que estamos hablando de un riesgo, potencial en principio, pero muy, muy real, a tenor de los datos de víctimas.

A su labor académica y divulgadora, Roberto Barcala suma su pasión el socorrismo activo. Foto: ARCHIVO PERSONAL.
P. ¿Estamos hablando, de hecho, de una causa de muerte que va inmediatamente por detrás de los accidentes de tráfico, pero el nivel de concienciación ciudadana sobre una y otra parecen, por ahora, muy distantes, no?
R. Exactamente. Lo que pasa es que existe la percepción de que el ahogamiento es un problema estacional, meramente temporal, y de que el riesgo de muerte por esta causa se ciñe a los 2 o 3 meses de la temporada veraniega. Ahora bien, si analizamos el cómputo global de accidentes y muertes que provoca y lo desestacionalizamos, vemos que el número y, por tanto, la incidencia del problema es muy relevante.
P. ¿De cuántos fallecidos al año hablamos en España, más o menos?
R. En líneas generales, los muertos por ahogamiento en España oscilan entre los 400 y los 500 anuales, y eso sin incluir en la estadística a los inmigrantes que fallecen anualmente en el mar. Además, por cada fallecido, hay entre cuatro y cinco personas más que no mueren ahogadas, pero que acaban con secuelas por este tipo de accidentes, en muchos casos graves. En definitiva, hablamos de unos 500 fallecidos y de unos 2.500 afectados al año por incidentes en el medio acuático.
P. ¿Y entre los niños la incidencia es incluso mayor, verdad?
R. Sí, desgraciadamente sí. En el caso de los niños, hablamos, además, de una muerte doblemente injusta, si me permite la expresión, porque su muerte por esta causa es responsabilidad de la falta de supervisión y vigilancia por parte de los padres. Hasta los 4 años, el fallecimiento de los niños por ahogamiento tiene lugar, sobre todo, en piscinas domésticas y familiares, de las que se compran en superficies comerciales. Nuestro grupo de investigación ha hecho un estudio sobre este tema, ceñido a Galicia, y en los últimos 17 años la tendencia es siempre la misma, incluidos los años de la pandemia: los menores de 4 años siempre se ahogan por falta de supervisión y casi siempre en el domicilio particular. ¿Cómo es posible que en 17 años pase siempre lo mismo y no hayamos aprendido nada? De ahí que hayamos optado por cambiar del enfoque reactivo al preventivo.
"Los menores de 4 años siempre se ahogan por falta de supervisión, y casi siempre en casa"
P. ¿Y eso que, sobre el papel, suena muy bien, cómo se hace? ¿Cómo se cambia de un enfoque tan asentado a otro nuevo?
R. La clave es informar a las personas, y hacerlo muy bien, del riesgo que tiene el medio acuático. Hablamos de un medio que, en líneas generales, es un entorno de disfrute, pero, precisamente por eso, pocas veces vemos los riesgos inherentes a ese medio. Por ejemplo, hay niños que no conocen el significado del color de las banderas de las playas, y eso no puede ser. Pues bien, el enfoque preventivo se hace, de entrada, con educación socio-comunitaria.
P. Entiendo que con educación desde la base, máxime cuando los niños son el grupo de mayor riesgo potencial...
R. Sin duda. Cuando hablo de educación, hablo, entre otras cosas, de impartir charlas muy didácticas en centros escolares a los propios niños, pero también a sus profesores. Y también, cómo no, informar a los padres de cuáles son las mejores estrategias para prevenir el ahogamiento, tanto en una playa como en un entorno doméstico, y qué deben hacer en caso de que ocurra un ahogamiento. Y no solo en los colegios, claro. En los servicios de socorrismo y salvamento de playas y piscinas hay que fomentar no solo la vigilancia -que también-, sino la prevención activa.
P. ¿En qué se traduce lo de "prevención activa" en ese contexto? ¿Qué puede hacer un socorrista en la playa para prevenir posibles accidentes? ¿No se va a poner a dar un curso acelerado a todos los bañistas?
R. No, no se trata de eso, pero sí de acciones puntuales que pueden ser muy útiles. Por ejemplo, si ves llegar a la playa a una familia o a un grupo de personas que parece un tanto despistado, puedes acercarte y darles información. A veces, si no eres de un lugar de costa, no sabes dónde están las corrientes de una playa y qué efecto tienen sobre el baño. Y esto no es baladí, porque las corrientes de retorno provocan hasta el 70% de los ahogamientos en los espacios acuáticos naturales. Es vital anticiparse y dar a la persona toda la información que necesita antes de meterse en el agua.
"Estamos volcados al mar desde el punto de vista turístico, pero también laboralmente"
P. ¿Eso implica un cambio de mentalidad incluso entre los propios socorristas, no?
R. Sí, sí, claro, concienciar a los socorristas sobre ese cambio de enfoque del que le hablo es fundamental, pero también es importantísimo dar a la ciudadanía formación básica para saber cómo actuar en caso de emergencia.
P. A la educación vial parece que también le costó entrar en la escuela, pero ahora ya nadie cuestiona su importancia. ¿Llegaremos a normalizar la formación en prevención del ahogamiento en colegios e institutos?
R. Es que es una cuestión de sentido común. Obviamente, los niños no conducen, pero el objetivo de la educación vial es tener, en el futuro, conductores responsables. Hace 15 años nadie se ponía cinturón de seguridad o un casco en la moto, y ahora mismo ese tipo de conductas son impensables, y lo son, en gran medida, gracias a la educación vial temprana, que empezó en España a finales de los 80. Análogamente, la educación en la prevención del ahogamiento es vital para tener ciudadanos preparados y concienciados sobre la importancia de disfrutar del entorno acuático de forma responsable, máxime en un país como España, totalmente orientado al mar.
P. Eso le iba a decir, ¿en un país rodeado de mar por todas partes menos por una, este déficit formativo es especialmente sangrante, no?
R. Es que, además, no estamos solos volcados al mar desde el punto de vista turístico, sino también en el ámbito laboral, y si no que se lo pregunten a muchos de los profesionales que ejercen en las comunidades autónomas costeras. Esto no es solo para que no te ahogues cuando vas a la playa a bañarte y a pasarlo bien, es que tiene muchas más implicaciones. Antiguamente se decía que había marineros que faenaban sin saber nadar. Pues bien, el objetivo de la educación temprana es que, en el futuro, tengamos bañistas, turistas, padres y madres, pero también pescadores, mariscadores, marineros... que tengan un dominio del medio acuático y un conocimiento del riesgo, y que disfruten, o que trabajen, con la mayor seguridad posible.
"No puede ser que haya niños que no sepan qué significa el color de las banderas de la playa"
P. ¿Son conscientes las autoridades, nacionales o autonómicas, de la importancia de esta formación? Más allá de días puntuales, como el de la Prevención del Ahogamiento, trabajan las instituciones en esta labor de prevención?
R. No, porque, hasta ahora, nadie ha pensado seriamente que esto fuera una necesidad. Aunque el ahogamiento es un problema que existe desde hace muchísimos años, como atestiguan las cifras de fallecidos, llevamos muy poco tiempo hablando de él como un problema de salud pública. Además, como le decía antes, parece que es un problema ceñido a dos meses, que es cuando se producen el 80% de los ahogamientos que se computan en España al año. Tampoco ayuda a la labor educativa el hecho de que precisamente esos dos meses sea cuando los colegios están cerrados.
P. ¿Es como si España se hubiera acostumbrado a convivir con esta lacra?
R. No sé, parece como si en verano todo se parara y los problemas no existiesen. Además, más allá del coste evidente en vidas, no sé si las autoridades son muy conscientes del enorme coste que este problema supone para el sistema sanitario. Solo en Galicia, que es el ámbito donde yo trabajo, el coste anual de las intervenciones médicas relacionadas con el ahogamiento asciende a unos 200.000 euros, y hablo solo de movilizar recursos humanos o materiales (una ambulancia, un helicóptero...) para atender a los afectados. Imagine el dinero que podríamos ahorrar invirtiendo un poco en prevención; por no hablar, claro, del incalculable coste en vidas. Por desgracia, muchas veces, los programas de salud se tienen que plantear en estos términos: cuánto me va a costar económicamente y qué retorno voy a tener. Pues bien, el retorno de un buen programa de prevención del ahogamiento creo que es muy alto.

Roberto Barcala imparte un taller de reanimación a un grupo de niños en la playa. Foto: ARCHIVO PERSONAL.
P. ¿Cuál diría que es el estado actual de las playas españolas en materia de salvamento? ¿Se atreve a ponerle una nota media a nuestra costa?
R. Es muy difícil hablar de notas medias, porque la realidad es enormemente variable por comunidades y por municipios. Las competencias en salvamento y socorrismo en playa dependen de los municipios, y ellos dotan en función de sus necesidades. Salvo en Canarias, que sí tiene un decreto que ordena, entre otras cosas, el número de socorristas que debe tener una playa, en el resto de España no hay recomendaciones estándar sobre el número de socorristas y las dotaciones que deben tener las playas. De hecho, salvo en las playas con bandera azul, donde las normas y criterios sí están muy tasados, en el resto no hay ni siquiera obligación de que haya socorristas. Volviendo a lo de la nota que me preguntaba, la que yo le pongo a las playas de bandera azul es muy alta, porque sí tienen unos estándares muy estrictos, y en el resto va a depender de lo que quieran o puedan invertir los municipios en materia de salvamento y socorrismo.
P. Es decir, que directamente hay playas españolas que no tienen socorristas...
R. A ver la norma estándar en España es que las playas tengan socorristas durante los dos o tres meses que hay más afluencia, durante la temporada estival. El problema es que en España, por clima y por la desestacionalización del turismo, hay playas con bañistas en Semana Santa, por ejemplo, que no tienen equipos de salvamento. El ahogamiento se produce en apenas 90 segundos, y si no tienes un equipo cualificado y rápido para revertir ese proceso de ahogamiento, las consecuencias son funestas.
P. ¿Tienen nuestras playas personas capacitadas para hacer eso? ¿La formación que reciben los socorristas es todo lo buena que debiera? Se lo pregunto porque, tradicionalmente, tiendes a identificar al socorrista, tanto de playas como de piscinas, con un joven que desempeña ese trabajo para sacarse un dinero en verano.
R. La competencia de los socorristas ha mejorado mucho desde que aparecieron los certificados de profesionalidad y se exige unos estándares mínimos de calidad a este colectivo, pero también es verdad que no todas las comunidades exigen estos certificados. De hecho, hay comunidades en las que tú puedes ser socorrista haciendo un curso online. Eso es una barbaridad, y no es lo habitual, pero es cierto que, a veces, pasa. Además, hay comunidades autónomas que se quejan de la dificultad para encontrar socorristas, pero, no nos engañemos, eso tiene que ver con lo poco que se les paga en función de la responsabilidad que asumen.
"Un ahogamiento se produce en apenas 90 segundos, y necesitas gente rápida y cualificada"
P. Lo de siempre, si quieres un servicio de calidad, hay que pagarlo...
R. Claro, es evidente. Yo me he encontrado a socorristas formados por mí que han preferido cambiar esta profesión por un trabajo en hostelería, porque ganan un poco más, no tienen el riesgo y la responsabilidad que asumen en un equipo de salvamento y, además, tienen menos temporalidad en su trabajo. Esa imagen tradicional, a la que usted hacía referencia, del socorrista como un chaval que va a pasar el verano a un lugar de costa y aprovecha las vacaciones para sacarse un dinero, es una verdadera rémora para la profesión. Un socorrista es un profesional de la salud que, además, necesita una condición física y unas cualidades que no reúne todo el mundo. No sé qué pensarían muchos ciudadanos si les digo que su vida va a estar en manos de una persona que ha hecho un curso de salvamento online para ocupar una plaza de socorrista en una playa.
P. ¿Quizás es usted el ejemplo más evidente de esa necesaria preparación, no? Pese a su dilatada trayectoria profesional y a sus muchos títulos académicos, usted se define, antes que nada, como socorrista.
R. Sí, yo empecé trabajando como socorrista a los 18 años y para mí ha sido siempre una vocación y una pasión, y ahora trato de inculcarla formando en prevención del ahogamiento. Cuando tenía 7 u 8 años fui a una playa con mis padres y tenía un maravilloso flotador de esos que teníamos todos los niños. Pese a que mi madre me advirtió de que no me metiera al agua con él, porque me podía ahogar, no le hice caso. Fue todo muy rápido: la playa tenía mucha pendiente, hacía mucho viento y el flotador, que estaba pinchado, empezó a desinflarse; cuando peor lo estaba pasando, pasó a mi lado una embarcación de salvamento, pero me daba tanta vergüenza pedirles ayuda, por si me reñía mi madre, que no les llamé. Al final tuve suerte porque el viento me llevó hacia unas rocas y pude salir. Pero sí, yo estuve a punto de morir ahogado.
P. ¿Se puede decir que esa experiencia le marcó y despertó, en cierta forma, su vocación posterior?
R. Pues seguramente influyó, porque, en cuanto pude, hice el curso de socorrismo, trabajé de socorrista 7 u 8 años, y ahora enseño socorrismo en la universidad y coordino el grupo de socorrismo de Semes.

Barcala recuerda que, en caso de ahogamiento, la única RCP útil es la completa: compresiones y ventilaciones. Foto: ARCHIVO PERSONAL.
P. ¿Cuál es la filosofía de ese grupo de trabajo de Semes? ¿Está inspirado de alguna forma por la necesidad de fomentar la prevención de la que me habla?
R. Está inspirado en tres pilares básicos: la divulgación científica, la prevención del ahogamiento y las mejores prácticas en el tratamiento del ahogado.
P. Más allá de la formación específica que se le da a un socorrista profesional, ¿debería tener la ciudadanía unas nociones mínimas? ¿Deberíamos saber todos, por ejemplo, hacer una reanimación cardiopulmonar?
R. Lo que tiene que saber la gente, y creo que esto es lo esencial, es que si no eres un profesional del rescate e intentas hacer un rescate, lo más probable es que te acabes ahogando. No es lo mismo nadar en una piscina que en el mar y no es lo mismo nadar solo que trasladando a una víctima.
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P. Vamos, que la mejor manera de ayudar es buscar a un socorrista profesional
R. Esa es, sin duda, la premisa básica: avisar cuanto antes a los servi
España, un país volcado al mar, contabiliza cada año casi 500 muertos por ahogamiento, y la tendencia no baja. Faltan prevención y formación.
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Francisco Goiri. Madrid
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