Trasplantes
manuelbustelo
Dom, 12/03/2023 - 08:00
Análisis de la evolución

Guadalupe y José Julio junto a los equipos de sanitarios que intervinieron en sus operaciones en un quirófano de cirugía experimental del centro madrileño. Fotos: ÁNGEL NAVARRETE
Guadalupe González, 82 años. Dicharachera y optimista. "Estoy fenomenal, pero sorda perdida", confiesa. A su lado, José Julio Bautista, 61 años. Espontáneo y perseverante. Se presenta: "Soy José Julio Bautista y soy el trasplantado número 1.000". Quizá tengan muchas otras cosas en común, pero la principal es que un trasplante de hígado les dio a ambos una segunda vida, aunque con casi 35 años de diferencia.
El Hospital Puerta de Hierro de Madrid los reunió -la trasplantada de hígado número 13 y al número 1.000- junto a los especialistas que les intervinieron y siguieron en el proceso con motivo de la Semana de las Enfermedades Hepáticas en Madrid, que la Asociación Española para el Estudio del Higado (AEEH) organiza aproximadamente cada mes en una comunidad autónoma desde hace algo más de un año. Este periódico tuvo la oportunidad de asistir a esa charla de más de dos horas entre esos pacientes y sus médicos donde se habló de sus casos, muy especiales por varios motivos, y de la enorme evolución del trasplante hepático en esas tres décadas y media que separan sus casos.
El caso de Guadalupe es especial por varios motivos, aunque ella recuerda el después porque no se enteró del trasplante. Un autobús chocó el coche que ella conducía, haciendo que se estrellara contra el muro central de un túnel. Aunque en un primer momento la llevaron al Clínico, el hospital más cercano, acabó siendo trasladada al Puerta de Hierro para hacerle un trasplante. En aquel momento Encarna Sánchez y José María García hicieron un llamamiento en sus programas de radio para que acudiera gente a donar sangre.
"La cola daba la vuelta al edificio. Teníamos aún poca experiencia, llevábamos 12 trasplantes, y el caso era complejo. Apareció un donante excelente, de 30 y pico años, del norte de España, y cuando entramos a quirófano aquello era... como si al hígado le hubieran puesto una carga de dinamita y hubiera explotado, no había hígado. Duró 17 horas ese trasplante", recuerda Víctor Turrión, jefe de Servicio de Cirugía del hospital en esa época y catedrático de la Universidad Autónoma de Madrid, actualmente jubilado.
Un caso histórico
Turrión relata que el caso de Guadalupe fue histórico porque fue el primero en el mundo de un trasplantado de manera urgente por traumatismo hepático masivo. "De esta indicación en Europa se han trasplantado 73 personas hasta el año 2015, según el registro europeo, es una indicación infrecuente", apunta Valentín Cuervas-Mons, catedrático de Medicina de la Universidad Autónoma y, hasta que se jubiló el pasado 1 de septiembre, jefe de Servicio de Medicina Interna y responsable de la Unidad de Trasplante Hepático del Puerta de Hierro.
No es el único caso histórico. A pesar de tener poca experiencia y mucha inestabilidad laboral en esos inicios, remarcan, ya su primer caso en marzo de 1986 fue el primero en el mundo de un trasplante secuencial combinado cardiohepático. "El paciente era un niño de 12 años con cardiopatía isquémica por una hipercolesterolemia familiar que producía placas de ateroma y se afectaron todos los órganos. Se trasplantó primero el corazón y a los 15 días el hígado", indica Turrión. La Unidad de Trasplante Hepático del Puerta de Hierro fue la segunda creada en España (tras el Hospital de Bellvitge, en el 84) y la primera de la Comunidad de Madrid.
Guadalupe fue la número 13, el 18 de noviembre de 1987, aunque ella no lo supo hasta días después. "Al despertar me asusté porque yo no sabía qué hacía ahí ni qué había pasado. Iba a verme una íntima amiga y yo le decía 'ahí tengo la ropa, cógela y nos vamos, y decimos que vamos al banco a por dinero o a la peluquería porque tengo todo el pelo manchado'. Todo el tiempo pensaba cómo fugarme, hasta que el médico se sentó conmigo y me explicó lo que había pasado y que me habían hecho un trasplante, y desde entonces me propuse ser la mejor paciente del hospital", relata.

Foto de archivo del Hospital Puerta de Hierro de una de las primeras intervenciones.
"Como una vez a la semana y tomo el aperitivo a diario con mis amigas, yo creo que es mi medicina más importante porque tengo un marido un poco triste", dice entre risas Guadalupe y los médicos resaltan que es una persona muy positiva, pero también con mucha suerte. "La realidad es que fueron como muchos milagros los que hicieron que yo esté aquí y lo tengo presente", añade. "Hace cuatro o cinco años Guadalupe tuvo una complicación, una estrechez del conducto biliar, pero coincidió que teníamos en el hospital de visita a un médico estadounidense que era experto en un tipo de tecnología para ver por dentro el colédoco [conducto biliar común] y nos ayudó a resolverlo", explica José Luis Calleja, actual jefe de Servicio de Digestivo del hospital y presidente de la AEEH.
El doctor Calleja cuenta el caso no menos especial de José Julio: "Era un paciente que tenía una enfermedad hepática mixta por alcohol y obesidad/diabetes, que había condicionado una cirrosis. Sobre esa cirrosis hizo la presencia de un tumor hepático (hepatocarcinoma), que inicialmente se trató con radioterapia y cuando le apareció una nueva lesión se planteó hacer el trasplante hepático. En el estudio para el trasplante se detectó un pequeño tumor en el pulmón. Hubo dudas de si era metástasis, pero finalmente era un tumor neuroendocrino que no tenía nada que ver con el hígado. Es un tumor de un pronóstico excelente cuando es de pequeño tamaño y se extirpa, como fue su caso, y por eso se sometió tiempo después al trasplante".
José Julio recuerda perfectamente ambas intervenciones. "Me operaron de cáncer de pulmón el mismo día que la tormenta Filomena, entré a las 12 de la mañana con 20 centímetros de nieve. Y el día del trasplante, cuando me llamaron a las 3 de la tarde estaba comiendo en un restaurante porque me iba luego a ver los toros, que mi mujer había comprado las entradas 15 días antes. Sin tomar café le dije 'vámonos que en vez de toros hay corrida de la buena'. Fue el 25 de septiembre, el día que volví a nacer".
Tuvo muy buen postoperatorio, comentan los médicos, y eso tiene mucho que ver con que perdió peso y el estado general al que llegó al trasplante. "Cuando hace cinco años me detectaron el hígado graso, tenía diabetes y pesaba 125 kilos. Para el trasplante ya había perdido 20, pesaba 105, y ahora peso 90. Después del trasplante estuve 10 días hecho polvo, no quería hablar con nadie. Estaba metido en mí mismo reaccionando porque antes de la intervención yo había hecho mis suposiciones de si salía o no salía de esto. Pero luego me animé, me dieron el alta y he estado viniendo casi todas las semanas a revisión", cuenta José Julio. Además, ha vuelto a su actividad laboral. "Ya los últimos días de los 18 en total que estuve en el hospital mis hijas me traían presupuestos para revisarlos".
Calleja subraya: "Si llega a ser un tumor maligno de pulmón hubiera sido imposible trasplantarle porque el riesgo en ese caso de que le vuelva es muy grande, por eso es un paciente peculiar, ambos lo son". "Hace 15-20 años no se le hubiera hecho el trasplante", acentúa Cuervas-Mons. Y es que son muchas las cosas que han cambiado en estos años, tanto en el perfil de los donantes y receptores, como en las indicaciones o las tecnologías empleadas, así como los datos.
Las cifras
Para empezar, las cifras. Las enfermedades del hígado son el segundo motivo de años perdidos de vida laboral más frecuente en Europa (por detrás de la cardiopatía isquémica), según un estudio de la Sociedad Europea para el Estudio del Hígado (EASL) y la revista The Lancet. "La enfermedad hepática está aumentando debido a que va muy ligada a la incidencia de obesidad y de diabetes. Hasta el año 2015, el virus C era la principal causa de cirrosis, de cáncer y de necesidad de trasplante en España. En España estaban infectados aproximadamente el 1,2% de la población, un número muy importante en un contexto de 40 y tantos millones de personas. Ahora se ha convertido en una causa residual, pero va subiendo la causa metabólica en relación con el hígado graso y la diabetes. En España, aproximadamente un 10% de la población es diabética y un 20% tiene el hígado graso. Y el consumo de alcohol, que es una causa estable e importante", explica Calleja.
El especialista asegura que la frecuencia de enfermedad hepática avanzada es muchísimo mayor y solo una minoría acaba trasplantándose. "Por ejemplo, en pacientes con cáncer de hígado, que es una patología creciente en la lista de trasplante, solo se trasplanta un 15%. A veces porque el tumor tiene un tamaño muy grande o metástasis, etc. Por otro lado, aproximadamente un 10% de pacientes en lista de espera no llegan nunca a trasplantarse". Por contra, la supervivencia tras el trasplante ha ido subiendo y hoy es superior al 90% al año y el 80% a cinco años. "Después aproximadamente muere un 2% cada año, pero debido a la edad o por otras patologías ajenas al trasplante, a las mismas causas que la población general", apunta Cuervas-Mons.

Foto de archivo del centro.
Por otro lado, el trasplante ha impulsado la cirugía hepática avanzada que se hace actualmente y ha sido un motor de desarrollo, afirma Manuel Jiménez, jefe de la Unidad Hepatobiliopancreática y responsable quirúrgico de trasplante hepático del hospital. "No solo ha sido un carro que ha tirado del desarrollo de la cirugía hepática, que llega a llamarse en algunos casos cirugía extrema, sino que ha ayudado a desarrollar otros muchos aspectos. Ha cambiado servicios completos: inmunología, digestivo, anestesia, radiología, anatomía patológica... No solo el trasplante plástico, todos los trasplantes han tirado del desarrollo global del hospital", asegura Turrión.
La técnica quirúrgica ha cambiado radicalmente. "No solo la mejora de la técnica y la sutura o la medición de flujos que hacemos ahora, sino el manejo anestésico es muy importante, alivia de mucho sufrimiento al cirujano", recalca José Luis Lucena, jefe de sección de Cirugía General. Al fin y al cabo, los anestesistas se encargan de la valoración previa, están en el intraoperatorio y son los responsables del postoperatorio y los cuidados que reciben los pacientes mientras están en la UCI.
Y tecnologías como los selladores de hemostasia (para contener las hemorragias, ya que el hígado es una víscera que sangre mucho). Eso permite hoy restarle complejidad al trasplante, hasta el punto de que a veces algunos se realizan con perfusión cero (sin transfundir sangre). Todo ello, ha permitido también reducir los tiempos: "Antiguamente se tardaba una media de 10-12 horas. Hoy un trasplante que pase de 6-7 horas es que hay algún problema o es un retrasplante o ha habido algún tipo de incidente que lo ha hecho más complejo", comenta Turrión.
Indicadores
En las indicaciones también ha habido alguna evolución. Hace tres décadas había pocos donantes y muchos pacientes, "cualquier enfermo hepático cirrótico, descompensado o con enfermedad tumoral era subsidiario de trasplante, y había que seleccionar a los pacientes más graves pero que tuvieran posibilidades de sobrevivir, con lo que la mayoría era mucho más joven que ahora", comenta Cuervas-Mons y añade Calleja: "Sigue habiendo menos hígados que enfermos y todavía hay que hacer una selección. Desgraciadamente un porcentaje de pacientes fallece sin poder ofertar un hígado o bien porque no ha llegado el momento adecuado o bien porque el paciente tiene otras enfermedades, otras edades que le impiden entrar en un programa de trasplante con seguridad".
Hasta el año 2015 los trasplantes se debían sobre todo a hepatitis virales, y ahora por consumo de alcohol, obesidad y diabetes. "El hígado es un bien escaso y hay un momento en que el paciente está tan malo que ni poniéndole un trasplante va a mejorar. No se hace trasplante paliativo porque no se destina un hígado a eso y por no someter al paciente a una intervención, una anestesia y un postoperatorio tan demandantes en los que puede morir", señala Calleja. "La decisión de incluir a un paciente en lista se hace de manera colegiada en sesiones semanales en las que participan todos los profesionales que están implicados: cirujanos, anestesistas, especialistas médicos, patólogos, coordinadores, psiquiatras... y se evalúa cada candidato en esas situaciones", agrega.
Los especialistas argumentan que la incorporación de nuevas indicaciones es complicada. "Hay pacientes que estaban en zona gris y ahora les metemos porque pensamos que se pueden beneficiar con la caída de pacientes de hepatitis C", dice Calleja. A ese respeto, Turrión cree que esos pacientes suponían el 40% de los trasplantes y ahora al desaparecer hay lugar para nuevas indicaciones. "De hecho, se ha establecido el concepto de oncotrasplante, los trasplantes por patología tumoral. En el hepatocarcinoma está claro y ya muchos centros han ampliado un poquito los criterios. Están los criterios de la Universidad de California en San Francisco, que prácticamente los acepta muchísima gente, y luego hay otra serie de indicaciones como las metástasis de cáncer colorrectal".
Turrión explica que en Noruega tienen más donantes que receptores y por eso han intentado implantar indicaciones que no son las convencionales. "Se ha demostrado con evidencia científica que en un grupo de pacientes con metástasis hepática de cáncer colorrectal bien seleccionados han obtenido muy buenos resultados y ya se están estableciendo protocolos. De hecho, aquí en España se va a liderar desde La Fe de Valencia un protocolo en el que se pueden incluir pacientes. Hay otros tumores, con otras metástasis, como las neuroendocrinas, que también se contemplan, y un tumor que ha sido un demonio siempre para el trasplante hepático, el tumor de klatskin, que es un carcinoma y que tenía malísimos resultados, pero que se ha demostrado con un protocolo que se estableció en la Clínica Mayo que se obtienen también buenos resultados. Un poco por ahí va la extensión de las nuevas indicaciones. Creo que hay que estar abiertos a estas posibilidades pero hay que ser muy cautos porque nos podemos encontrar con que trasplantemos pacientes con metástasis y a lo mejor pierden el tren pacientes con patologías benignas que desde luego sabemos de facto que van a tener mucho mejor resultado con mucha mejor supervivencia".
El tratamiento para el virus C, un punto de inflexión
"En las listas de hace 10 años, el 60-70-80% eran virus C. Con el tratamiento del virus eso ha desaparecido. Me parece una cosa espectacular y no se insiste suficientemente", comenta Manuel Jiménez. "Hay muy pocas intervenciones en salud que hayan tenido el impacto que ha tenido el tratamiento contra el virus C y yo creo sinceramente que se estudiará como un modelo de cambio en salud irrepetible, probablemente porque era una enfermedad descubierta en el año 90 que se convirtió en letal para cientos de miles de españoles y en cuatro o cinco años se ha logrado revertir esa situación de una manera brutal", subraya Calleja.
"Igual que digo eso, digo que el hígado es un órgano muy agradecido, es muy buena gente hasta un momento determinado en que ya se enfada, tiene un límite. Pero es muy agradecido, el paciente que tiene una enfermedad hepática por alcohol y deja de beber o por obesidad y pierde peso, ese paciente se convierte en una persona normal. O sea, la capacidad que tenemos de actuar en salud con estos pacientes es mucho mayor que a lo mejor en un corazón o en un riñón porque el hígado tiene mucha capacidad de regeneración", amplía Calleja.

Foto de archivo del centro.
Desde 2015 que surgió el tratamiento, se han curado en España 160.000 pacientes de hepatitis C, lo que ha hecho descender el número de personas que ingresan por insuficiencia hepática terminal por virus C y de personas que entran en lista de espera para trasplante (hasta 300 inclusiones menos al año). Además, también ha permitido que positivos en virus C sean donantes de órganos, incluso para receptores negativos, pudiendo recibir el tratamiento y no desarrollando la enfermedad.
El perfil del donante y del receptor
El perfil del donante también ha evolucionado notablemente en estos años. Hace décadas eran básicamente personas jóvenes que morían en accidentes de tráfico y ahora son donantes añosos, gracias también a la mayor esperanza de vida. "Al empezar a entrar más pacientes en listas de espera, se necesitaban más donantes y había que explorar nuevas fuentes. En ese primer momento no queríamos mayores de 60 años, y ahora más del 60% tiene más de 60 años, casi el 30% tiene más de 70 años y hasta un 5% tiene más de 80", cuenta Turrión.
Este especialista ya jubilado apunta al establecimiento de la ley de seguridad vial. "Con los límites de velocidad, el uso obligatorio del casco, etc. cambió completamente el perfil del donante, afortunadamente, porque yo creo que es muy mala inversión cambiar hígados cirróticos o con tumores por órganos sanos de jóvenes de 22, 17 y hasta 16 años como extraje yo a muchos por accidentes de tráfico".
También ha cambiado la edad de los receptores. Normalmente eran enfermos que tenían poca patología extrahepática, es decir, no había problemas cardiacos, pulmonares, etc. "Se seleccionaba a los más graves, pero dentro de eso, a los que tenían más posibilidades de sobrevivir, había límite de edad", indica Cuervas-Mons. En contraposición ahora ya no hay límite de edad y además de enfermedad hepáticas los receptores tienen patologías cardíacas, renales, pulmonares, etc. no muy graves.
Tecnología para optimizar hígados
Entre el 25 y el 30% de los hígados que se ofrecen en donación no se utilizan. Los donantes son más añosos y los hígados son más subóptimos. Para aumentar el número de donantes que se pueden utilizar porque siguen siendo pocos y también por respeto a las familias de los donantes que han dado su aceptación, para que esos órganos realmente tengan utilidad, cuentan con máquinas para optimizar, revitalizar esos hígados (aprovechando la capacidad de regeneración de este órgano) y que llegue también en las mejores condiciones al receptor tras venir de un desplazamiento largo o por según qué condiciones.
De esa forma, por ejemplo, donantes que tengan hígado graso pueden recuperarse una vez se optimiza ese hígado. ¿Cómo? "Hacemos preservación dinámica exsitu o exvivo, que se llama. Utilizamos una máquina de perfusión hepática exsitu que tenemos desde el año 2021, por las que pasamos los hígados de los donantes mayores de 65 años o que tienen otros problemas para optimizarlos antes de implantarlos. En España solemos usar la preservación normotérmica [temperatura corporal] regional, pero estamos empezando a usar este método. De hecho, se ha creado en Madrid un laboratorio regional para colaborar las cuatro unidades de trasplante hepático que hay. La idea es colaborar también con otros centros de España, para que se inicien en estas técnicas", explica Alberto Pueyo, cirujano de la Unidad de Trasplante Hepático.
"Tenemos un proyecto para la perfusión hipotérmica oxigenada o preservación dinámica en frío. Es una técnica que todavía no está estandarizada y está por evaluar. Una vez extraído del donante, ponemos el hígado en una máquina en la que circula un líquido de preservación, que pasa por el hígado y lo oxigena. El hígado es de los órganos más sensibles a la isquemia [falta de suministro de sangre] y esta máquina permite oxigenar el órgano mientras no se está colocando en el receptor", expone Pueyo, quien añade que ya hay evidencia científica en Europa, sobre todo para donantes en asistolia, y en el Puerta de Hierro ya han trasplantado nueve hígados en perfusión.
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