Oftalmología
raquelserrano
Dom, 07/07/2024 - 08:00
Hasta el 85% de pacientes asocia estrés

El estrés, uno de los 'azotes' para las personas de las sociedades modernas, es el protagonista de numerosos procesos mentales y físicos. Puede ser el punto de inicio de depresión y ansiedad, de desarreglos menstruales, de acné, eczemas o urticaria e incluso de otras alteraciones más graves como insuficiencia cardíaca o diabetes. En la mayoría de los casos, se desconoce el patrón concreto por el cual el estrés es capaz de generar este tipo de patologías. Pero, lo cierto es que su presencia entre muchas de las personas que padecen estos trastornos es evidente.
En 1955, el profesor Bennett, especialista en Oftalmología, fue el primero en informar, en la Revista Británica de Oftalmología, del vínculo entre el estrés y ciertas patologías oculares. En concreto, "observó que los pacientes con retinopatía serosa central tenían una alta incidencia de trastornos de estrés, situaciones de vida estresantes y lo que él llamó una 'estructura mental obsesiva tensa'", explica a DM José Ignacio Fernández-Vigo, coordinador de la Unidad Monográfica de Enfermedades Paquicoroideas, del Servicio de Oftalmología, que dirige Julián García Feijoo, del Hospital Clínico San Carlos de Madrid.
La citada unidad es, hasta la fecha, exclusiva internacionalmente para el diagnóstico y tratamiento de una de las enfermedades más frecuentes de la retina, la coriorretinopatía serosa central, incluida en el grupo de enfermedades paquicoroideas, que afecta a personas jóvenes en edad laboral, siendo una causa importante de pérdida de agudeza visual. Aunque todavía no se ha clarificado la relación concreta del estrés con esta retinopatía, lo cierto es que los especialistas de este hospital también han evidenciado la elevada frecuencia de situaciones de estrés entre sus pacientes.
En conjunto, y según Fernández-Vigo, la enfermedad paquicoroidea, y más concretamente la coriorretinopatía serosa central, ha ido aumentado en incidencia hasta considerarse actualmente la cuarta maculopatía.
"Es realmente frecuente, más en varones que en mujeres -afecta cuatro veces más al el hombre que a la mujer-, sin conocerse tampoco esta distribución. Aparece a edades jóvenes -entre los 25 y los 65 años, aunque la media de edad se sitúa entre los 30-50 años-, lo que significa que son personas en edad laboral. Por encima de esas edades es muy raro diagnosticar esta patología. Su aparición está muy relacionada con el estrés.
"A las personas que presentan esta patología les preguntamos si tienen episodios de estrés porque es muy probable que acaben desarrollando esta enfermedad". De hecho, en las series estudiadas se observa que en la mayor parte de los casos (más del 80-85%) existe estrés asociado, pero "también es cierto que esta asociación no se produce en el 100% de los afectados".
Mecanismos desconocidos
Los mecanismos que vinculan estrés y patología paquicoroidea todavía se desconocen. "Es una enfermedad muy enigmática en el sentido de que no sabemos por qué se produce. Sí conocemos que hay diferentes mediadores, como el cortisol, muy relacionado con el estrés, que se dispara y aumenta en muchas ocasiones en esta enfermedad, lo que conlleva a acumulación de líquido debajo de la retina. Pero, las causas exactas se siguen investigando”, señala el oftalmólogo.
Lo que está bien determinado, según Fernández-Vigo, es que el estrés es uno de los factores más influyentes. Así, en las consultas del Clínico, entre el 90-95% de las personas atendidas reconocen tener estrés -laboral o personal-, "muy acusado en los últimos meses y que, a partir de un momento concreto, se manifiesta con acumulación de líquido en la mácula".
Hasta el 90% de los brotes agudos puede autoresolverse. El problema comienza cuando la acumulación de líquido es persistente y se cronifica
La consecuencia directa de la alteración es pérdida de visión, en algunas ocasiones irreversible. "El primer brote, que suele ser agudo, cursa con acumulación de líquido en la mácula, pero se puede autoresolver hasta en el 80-90% de los casos".
El resto de afectados, los que los especialistas observan con mucha frecuencia, son los que pueden cronificarse. Se trata de pacientes que presentan líquido en la mácula de forma persistente, sometidos a tratamientos con diferentes láseres y en los que, aun así, la patología no se resuelve, lo que conduce a que pueden ir perdiendo visión de forma irreversible.
"Incluso hay pacientes que, aunque aparentemente recuperen visión, alcanzando un 80-90%, tienen muy mala calidad visual: queda metamorfopsia (ven torcido, con imágenes deformadas, con un tamaño más pequeño de lo normal, con alteración de los colores y pérdida de nitidez). Estas alteraciones son muy incapacitantes para llevar a cabo su profesión. Vemos a muchas personas que son conductores, por ejemplo, pero se da en otras muchas profesiones. El denominador común en todos es la presencia de estrés".
Estrés agudo o crónico
El primer oftalmólogo que describió esta alteración, en 1860, observó que había pacientes con líquido en la retina y que se trataba de perfiles muy estresados. “Se trata de personas muy ansiosas, que experimentan estrés muy acusado en un corto tiempo, hecho que se podría extrapolar a un elevado porcentaje de la población mundial y que, de alguna forma, justifica su elevado auge en pacientes, además, jóvenes".
Es curioso, según el especialista, que existen casos de afectados que si logran controlar el estrés o cede el episodio agudo, han experimentado mejoría. No obstante, si el estrés se ha mantenido en el tiempo, la enfermedad cronifica porque el daño sobre la retina ya está instalado. Por ello se sabe que puede autoresolverse hasta en el 90% de los afectados con episodios de estrés agudo".
Como el estrés actúa a través de la vía del cortisol, se han intentado también administrar tratamientos que lo inhiban, pero no han ofrecido los resultados esperados. De hecho, un ensayo publicado en The Lancet demostró que este tipo de tratamientos carecía de efectividad, por lo que ya no se recomienda a los pacientes.
Según Fernández-Vigo, [https:] title="https://www.comunidad.madrid/noticias/2023/10/24/medico-hospital-clinico-san-carlos-premiado-mejor-oftalmologo-joven-espana#:~:text=JOS%C3%89%20IGNACIO%20FERN%C3%81NDEZ%2DVIGO%20ACABA,(menor%20de%2040%20a%C3%B1os).">premio Arruga 2023 por el que se reconoce la labor de los jóvenes profesionales oftalmólogos, concedido por la Sociedad Española de Oftalmología, las enfermedades paquicoroideas han sufrido una nueva agrupación y un cambio de terminología. Aunque su principal enfermedad representante es la coriorretinopatía serosa central, la cuarta maculopatía en frecuencia, existen cinco más dentro del espectro. De ellas, la vasculopatía coroidea polipoidea es también bastante frecuente. Las restantes con mucho más desconocidas.
El auge de estas enfermedades en los últimos años, las mayores posibilidades terapéuticas y la necesidad de diagnósticos más específicos ha motivado que estas patologías se hayan agrupado con la creación de esta pionera Unidad monográfica. Tradicionalmente, el Hospital Clínico ha dispuesto de láseres que no había en otros hospitales de la comunidad de Madrid, por lo que los pacientes eran derivados a este centro.
Aunque se han planteado otras opciones terapéuticas, como fármacos o drenajes sin resultados satisfactorios, el tratamiento fundamental y más eficaz en este momento son los láseres, que se aplican sobre la retina. Hay tres posibilidades: terapia fotodinámica, láser navegado focal y láser subumbral micropulso.
Dependiendo de cada paciente y de las pruebas diagnósticas, se aplica una terapia personalizada. "El problema de esta enfermedad es que se produce líquido por debajo de la retina y parece que proviene de la capa que está debajo de la coroides; de ahí el nombre de estas patologías. Si la fuga de líquido es focal, sellamos con láser, pero si es difusa, empleamos la terapia fotodinámica. Cambiamos las estrategias según de los hallazgos en cada paciente".
Los láseres actuales ofrecen resoluciones que se sitúan en torno al 75-80% de los casos
El éxito terapéutico se sitúa en torno al 75-80% usando combinaciones de uno u otro láser. Cada uno, por separado y exclusivamente, no alcanza tasas tan elevadas. En el caso de pacientes que no responden a estos tratamientos, las opciones son muy limitadas. "Se puede volver a repetir la terapia, pero si finalmente no responden, quedan con un fluido persistente que puede acabar en una baja visión".
Por ello, los especialistas de la citada unidad siguen investigando en nuevas respuestas, sobre todo, en las relacionadas con esos tres tipos de láseres, presentes en muy pocos centros de España y dentro de una unidad monográfica. Concretamente, se estudian eficacia y seguridad, así cómo se podría personalizar esta terapia.
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En este sentido, Fernández-Vigo indica que se ha introducido el apoyo de la inteligencia artificial (IA) "para determinar, con la prueba basal, qué pa
La patología, que afecta a adultos jóvenes y puede ser invalidante, aumenta en todo el mundo. El Clínico de Madrid dispone de una pionera unidad monográfica para su asistencia.
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Raquel Serrano
Investigación
Medicina Preventiva y Salud Pública
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