Microbiología y Enfermedades Infecciosas
naiarabrocal
Mié, 21/05/2025 - 08:01
Entrevista
Cuando un joven Santiago Moreno comenzaba su residencia a mediados de los años 80 no imaginaba que se enfrentaría a una de las mayores crisis sanitarias del siglo: la devastadora irrupción del sida, estrechamente ligada al consumo de drogas de la época. Había querido ser médico movido por el deseo de ayudar a los demás, y se había decidido por las enfermedades infecciosas con la idea de curar patologías agudas.
Sin embargo, lo que empezó como un pequeño recuento de casos aislados se convirtió en una epidemia mundial. Fueron años marcados por una gran cercanía entre pacientes, familias y médicos. También por el avance de la Medicina, que transformó el diagnóstico del VIH de una sentencia de muerte a una enfermedad controlable.
Por su extraordinaria trayectoria asistencial, pero también docente e investigadora, Moreno es uno de los Premios Admirables 2025 en la categoría de Medicina. El galardón fue entregado con motivo del 33º aniversario de Diario Médico, en una gala organizada junto a su publicación hermana Correo Farmacéutico, y celebrada con la colaboración de AbbVie, Bidafarma, Daiichi Sankyo Oncology y Pfizer.
Catedrático de la Facultad de Medicina y Ciencias de la Salud de la Universidad de Alcalá, Moreno ha colaborado con el Plan Nacional sobre el Sida del Ministerio de Sanidad y ha coordinado la Red Nacional de Investigación sobre Sida. Fue presidente de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (Seimc) y presidente fundador del Grupo de Estudio de Sida (Gesida). Durante la pandemia de covid-19 asumió un papel activo, tanto en la atención como en la gestión sanitaria. .
Cuatro décadas más tarde sigue dedicado al VIH, que, paradójicamente, representa hoy el mayor exponente de enfermedad infecciosa crónica. Afirma que el seguimiento de por vida facilita que se sigan estableciendo relaciones estrechas. En todo caso, no resulta difícil imaginar que, en cualquier especialidad que hubiera elegido, la relación de Moreno con sus pacientes habría sido igualmente cercana.
Pregunta.
¿Cómo recuerda sus primeros contactos con casos de pacientes con VIH?
Respuesta.
Estaba empezando la residencia cuando llegó el año 1984. Comenzaban a aparecer los primeros casos de sida en España. Aún no se conocía el VIH ni sabíamos cuál era el agente causante y los pacientes todavía eran pocos. Los usuarios de drogas ingresaban por complicaciones de las inyecciones, como endocarditis o flebitis, pero todavía un paciente con sida era algo exótico. Pero fue en aumento y empezaron a llegar cada vez más. Se identificó el VIH, aparecieron las primeras pruebas diagnósticas, y la situación de aquellos muchachos y muchachas era desesperante. Nadie los quería. Fue horroroso.
Desde lo médico, era tremendamente atractivo. Las infecciones y complicaciones que tenían apenas estaban en los libros, cosas que antes solo aparecían en inmunodeprimidos como los trasplantados. Pero si el reto médico era grande, el humano lo era más.
Estamos hablando de los comienzos y no todos fueron capaces de dar un paso adelante y acompañar a esos pacientes. Un grupo de profesionales en España, por la razón que fuera, priorizamos el sida frente a otras enfermedades infecciosas y yo fui uno de ellos. Me tocó vivirlo y sentí la obligación de estar ahí, acompañándolos.
Ahí empezó mi peregrinaje con el VIH. Durante un tiempo, lo compatibilicé con otras enfermedades infecciosas, pero con el tiempo me fui dedicando cada vez más y desde hace 20 años, prácticamente es lo único que hago. Y qué cambio: hoy el VIH es una enfermedad crónica.
P.
Tuvieron que ser años muy duros.
R.
Cuando la inmensa mayoría pensamos en estudiar Medicina, lo hacemos, yo diría que el 99%, con la idea de ser útiles al prójimo y aliviar su sufrimiento. El sida de aquellos primeros años es, seguramente, lo que más se ha parecido a la idea que yo tenía de ser médico: sentir que eres alguien importante para el paciente, que te necesita profundamente. Aunque había más profesionales que podían hacer lo mismo, en aquel momento no éramos tantos, y eso te hacía sentir valioso para ellos.
Fue algo que vivimos todos, en todo el mundo. Horroroso. Pero lo valoro como una experiencia de vida. También como algo... no sé si entrañable, por el cariño que acababas desarrollando hacia aquellos muchachos. No sé si la palabra adecuada es “intenso”, pero las sensaciones y emociones eran profundamente intensas.
Como experiencia vital fue tremenda y, si quieres, dolorosa, pero también positiva en su conjunto. En aquel momento se llegó a decir que la profesión más agotadora del mundo era la de los cuidadores de pacientes con sida, incluso por encima de los bomberos. ¿Y por qué? Porque se morían todos. Era sencillamente agotador.
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P.¿Cómo eran esos primeros pacientes?R. Veíamos chicos y chicas. Hoy la mayoría de los nuevos diagnósticos se dan en varones, pero entonces, como el c
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P.¿Cómo vivió la aparición del primer antirretroviral?R. En aquellos primeros años no teníamos absolutamente nada que ofrecer. Hasta que apareció un m
"Íbamos a ver a los pacientes a sus casas y era algo voluntario, por la relación tan cercana con ellos y sus familias, porque sabías que te necesitaba
P.Esa relación médico-paciente no se habrá replicado fácilmente en otras especialidades y con otros pacientesR. La relación médico-paciente depende mu
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"Si enfrentáramos una pandemia similar a la covid-19 creo que lo haríamos mejor. Pero no sé como reaccionaríamos si fuera de otro tipo, como un virus
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El jefe de Infecciosas del Ramón y Cajal ha dedicado su vida profesional al VIH desde los momentos más duros. Aun hoy señala que se crea una conexión especial con los pacientes.
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Naiara Brocal
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