
El aumento de las listas de espera es un problema de primer orden para nuestro Sistema Nacional de Salud. He querido sentar a Julio Mayol, catedrático de Cirugía de la Universidad Complutense de Madrid, y a Javier Recuenco, director académico del Master en Resolución de Problemas Complejos de la UNIR para tratar de contarle los tres pies al gato. Esto que sigue es la segunda entrega de la conversación. Para la primera, pueden pulsar aquí.
Los intentos para gestionar la lista de espera carecen de mirada sistémica y rara vez plantean una acción coordinada. Y desde cada una de las trincheras del sistema es imposible encontrar una solución. Porque cada vez que intentamos mejorarlo, ponemos en marcha un programa para paliar-minimizar-optimizar la espera en un nicho. Y en un sistema como el sanitario, hacer más cosas y gastar más recursos no siempre significa que las cosas vayan a ir mejor. “Muchas veces lo que consigues es que las cosas vayan peor. Los efectos en medicina no son lineales. El beneficio llega a un máximo y por muchas más cosas que le hagas a alguien, no mejora su salud. Sin embargo, aumentas linealmente los efectos adversos”, explica Mayol, pasándole el testigo a Recuenco: “Inyectando más recursos no vas a obtener ningún cambio. Nueve mujeres no van a conseguir tener un niño en un mes. Si buscas soluciones permanentes para problemas intermitentes y terminas haciendo ocho carriles para el atasco que se produce de ocho a ocho y media por la mañana”.
Desproporcionado, ¿no?. “Totalmente. Pero además de los costes de esas decisiones, le pones capas enormes de complejidad al sistema y luego descubres que sólo estás consiguiendo hacer más difícil la solución”.
Actividad y resultadoPero aun así, casi 5 millones de españoles están en la cola, repito. “Sí, pero es muy difícil saber si son esos los que tienen que esperar o no. El ruido interfiere con la exactitud del sistema: debemos relacionar la actividad con los resultados que estamos generando. Es decir: mejor salud, mejores resultados en salud. Tenemos totalmente desconectada la actividad del resultado y no sabemos si lo que hacemos tiene sentido o no”, matiza Mayol.
Y aquí es donde aparece Drucker: no es que tengamos que reducir o acabar con las esperas. Es que no deberíamos tenerlas porque no hay nada tan inútil como hacer eficientemente aquello que, en primer lugar, nunca debería haberse hecho.
Curioso: ¿por qué estamos intentando hacer cosas que no deberíamos hacer?, ¿sabemos cuáles son las cosas que deberíamos dejar de hacer?
“Esto es muy rollo Elon Musk, ¿verdad? La primera labor de un ingeniero no es mejorar un sistema existente, sino determinar si ese sistema debe existir o no. Y además, se suma el problema de la expectativa y las percepciones de los humanos. Todos los sistemas que gestionan la percepción humana tienen un problema: puedes ser extraordinariamente incompetente en la prestación del servicio, pero si gestionas bien la comunicación, vas para delante”, se lanza Recuenco y Mayol le termina las frases, porque a estas alturas estos dos han cogido velocidad: “A mí me ha operado el mejor. Siempre nos opera el mejor”, dice, con cierta sorna. Y Recuenco remata: “En cada comedor de cada casa hay alguien a quien le ha operado el mejor”.
El que genere la expectativa debería tener que vivir con las consecuencias de sus decisiones, El dilema de cómo meter a cinco elefantes en un seiscientos, La lista de espera quirúrgica y para ver al especialista en primera cita suma 5 millones de personas Como me esperaba, sentarse a hablar con estos dos incluye un muy conocido ya tour por los cerros de Úbeda. Así que me apoyo en los datos para regresar Segunda entrega de la conversación del director de DM con Julio Mayol y Javier Recuenco sobre las listas de espera. Drucker no sólo tenía razón: nos avisó hace medio siglo. Off Daniel Aparicio Off