Desde el año 2000 un esfuerzo multinacional ha reducido la incidencia de la enfermedad del sueño en un 92 por ciento: de 26.550 casos registrados en aquel año a solo 2.164 casos en 2016. El objetivo de la Organización Mundial de la Salud (OMS) es eliminarla para el 2020, tanto por las vidas humanas que se cobra como porque causa al año tres millones de víctimas entre el ganado, lo que agrava la penuria alimentaria de los 36 países africanos donde actúa. Gracias a insecticidas y métodos sofisticados para reducir la población de moscas tsé-tsé, transmisoras del tripanosoma, el área de riesgo de infección también ha disminuido en un 60% en el mismo periodo. ¿Por qué no terminar el trabajo y erradicar a la mosca tsé-tsé del continente africano? Es lo que persigue el programa Pattec, siglas inglesas de Campaña de Erradicación de la Tsé-tsé y la Tripanosomiasis Panafricana. Ghana, Burkina Faso, Mali, Uganda, Kenia y Etiopía participan en el programa, auspiciado por la FAO y por el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) que se encarga de esterilizar a las moscas mediante su irradiación en laboratorio y su posterior diseminación.
Senegal, Zimbabue y Botsuana ya han eliminado con éxito las moscas tsé-tsé en buena parte de su territorio. Y la aniquilación de estas hematófagas de larga probóscide en la isla de Zanzíbar hizo posible que muchas personas salvaran su ganado, aumentando sus ingresos en un 30 por ciento.
A primera vista, parecería fantástico acabar con este insecto y otros como los mosquitos de la malaria, del dengue y del Zika que tantos disgustos causan a la Humanidad.
Pero ¿es éticamente apropiado?, se preguntan este mes en la revista BioScience el entomólogo Jérémy Bouyer, de la OIEA, y otros científicos de la Universidad de Oregón. Defienden las campañas de eliminación selectivas, pero no les parece bien extinguir una familia, la Glossinidae, que abarca 31 especies de moscas, algunas de ellas inocentes. El equipo de Bouyer baraja en su argumentación valores instrumentales y valores intrínsecos. Los primeros se refieren a su utilidad o función como un medio para un fin y también a aspectos que malogran el bienestar humano, como la transmisión de la tripanosomiasis. El valor intrínseco prescinde de utilidades y perjuicios. Calculando los beneficios y los costes asociados con una especie, “la lógica utilitaria estricta sugeriría los programas de eliminación”. Pero según los autores, hay que tener en cuenta otros factores: ¿la erradicación afectaría a la cadena alimentaria? ¿Las técnicas aplicadas dañarían a otros organismos? ¿Habría consecuencias para las áreas protegidas, es decir, la eliminación de la mosca tsé-tsé aumentaría la invasión humana y ganadera dentro o cerca de reservas de animales, bosques valiosos, etc.? ¿Vaciaría un nicho ecológico que luego sería llenado por otra especie que causara aún más daño que la mosca tsé-tsé? Ya hay experiencias de que alterar el equilibrio entre depredadores y presas y en ecosistemas frágiles conduce a desajustes indeseables.
Y más filosóficamente, “la erradicación completa e intencional de una especie es bastante difícil de justificar, una vez que reconocemos a esa especie como portadora de un valor intrínseco, ecológico y evolutivo”. En consecuencia, proponen una eliminación más selectiva y localizada de ciertas poblaciones de moscas, dado que también los seres humanos tienen valor intrínseco. Recopilando: uno puede pensar que no estamos para extinguir más especies o resignarse recordando que han desaparecido al menos el 90% de las especies que han vivido sobre la Tierra desde el inicio de la vida.
The post ¿Es ético erradicar la mosca tsé-tsé? appeared first on Diariomedico.com.